Una dulce resaca
Julia se levantó con cuidado. Sin hacer ruido, tomó su ropa y se vistió. Se lavó la cara y salió, directo a su trabajo, dejando a ese conocido-desconocido, durmiendo plácidamente.
Es bien sabido que, cuando la universidad termina, difícilmente volverás a encontrarte con todas esas personas con las que compartiste espacio durante tanto tiempo. De hecho, muchos de ellos se te serán tan ajenos que, si los envés en la calle, pasarías de ellos. Ni les saludarías, no te provocaría. Pero también es cierto que, de vez en cuando, se organizan reuniones, fiestas, donde van tus ex compañeros.
Entre estos ex compañeros, quizás te encuentres con alguno a quien nunca le hayas prestado excesiva atención. Pudo haberse sentado en las mismas mesas que tú, con el mismo grupo, pero apenas si lo veías. Pero ahora, que lo ves con pocas luces y con algunas copas en la cabeza, te das cuenta de que tiene unos ojos oscuros y profundos, como un pozo que te mira cuando ves dentro de él. Te das cuenta de que, a pesar de lo pequeño que es, tiene un torso grande y fuerte, y tú no eres muy alta, o al menos Julia no lo es.
Apenas si recuerda el nombre de este chico. Aníbal, como el cartaginés, enemigo natural de los romanos. Y Julia, llamada así por la Domna, no tendría problemas en batallar con él hasta que uno de los dos pierda. Y ella esperaba perder, es decir, correrse primero.
Aníbal, con un par de copas en la cabeza, la ve distinta. Tiene el pelo largo y de otro color. Tiene un aro en la nariz y en una pieza metálica en ambos pechos, que se nota a través de la camiseta sin sujetador que lleva puesta.
No tardan en besarse y pensar a donde ir. Cartago está muy lejos, por eso deciden ir a roma. Y Julia, como bien dijimos, quería perder usando su bala, un puñal para darse muerte, una pequeña, como la que disfrutan los franceses.
Aníbal es implacable como podría haberlo sido al luchar como Escipión. La ensarta y se levanta. Cargándola, mientras ella lo aprieta con las piernas y salta sobre él, buscando darse muerte una segunda vez. Él la toma por las nalgas y la atrae hacia él, con violencia, y por un momento están tan unidos que parecen uno.
Julia no llega tarde al trabajo; es muy responsable para eso. Debería preocuparse por haber dejado al chico solo en su piso, pero comienza a recordar cómo era, y más bien se siente a gusto de que se quedara descansando. Las batallas cansan a los soldados.
Se pone el uniforme y comienza su jornada en el café. Pero debe detenerse un momento, porque vibra su móvil con un mensaje de Whatsapp, muy esperado. El cartaginés Aníbal pregunta si pueden volverse a ver ese mismo día, y Julia, que acepta inmediatamente, solo espera perder de nuevo. Con una sonrisa pone su móvil en modo avión y sigue en su trabajo. Aunque le duele la cabeza por los vasos de vino que se bebió, no puede evitar pensar en lo dulce de aquella noche.
Fin.
0 Comments 26 mayo, 2021