Pies perfectos y un juguete – relato erótico
Sofía soltó una carcajada cuando le hablé por primera vez de las cosas que me gustaban.
—No puede ser… —decía entre risas.
—Sofía, tía, no te rías. Te estoy hablando en serio. Para mí mi los pies son algo muy íntimo. Mira, para que lo entiendas, me calienta tanto que me envíen una foto pies como si me enviaran un nude.
Luego de decirle eso, dejó de reír, pero seguía sonriendo, mirándome a los ojos. ´
Éramos amigos, pero en el aire había algo más.
Un día, me encontraba yo en el trabajo, a punto de terminar mi turno. Entonces saco mi móvil y veo un momento el Whatsapp para encontrarme con que Sofía me había dejado unos mensajes. Siempre me hacía ilusión hablar con ella, era una tía muy inteligente, y me gustaba. También había algo lascivo en ella, que no salía a flote muy a menudo, pero que en mi cabeza era constante, como el sonido de las manecillas de un reloj.
—Quiero jugar un juego contigo —decía el Whatsapp.
—Perfecto –le respondí—, ¿qué te gustaría jugar?
—Quiero que adivines que hice hoy. Te daré una pista: se trata de algo referente al cuidado corporal.
Quise dar una respuesta un poco subida de tono. Miré alrededor y corroboré que no había clientes, así que podía permitirme unos minutos. Además, mi turno estaba por terminar.
—Te hiciste la depilación.
—No, jajaja —me respondió.
—Te hiciste una hidratación corporal.
La respuesta fue la misma.
Probé suerte un par de veces más, hasta que ella me dijo:
—Bueno, lamentablemente no adivinaste. Pero, como premio de consolación te envío una foto.
En la foto, sus pies, que jamás había visto, perfectamente arreglados. Se había hecho la pedicura.
Casi me caigo de la silla en la que estaba sentado. No sabía que respirar y me faltaba el aire.
—¿Es cierto lo que me contaste la última vez? ¿Qué te gustaban más las fotos de los pies que los nudes? —Preguntó.
Apenas pude escribir un sí.
—Pues… me pregunto qué pasaría si juntas las dos.
Ahí estaba ella, sosteniendo un juguete entre sus pies, completamente desnuda. No mostraba su rostro pero reconocía el tatuaje que tenía en el hombro.
Volví a mirar alrededor, no había nadie. Miré el reloj, mi turno había terminado. Le dije que me disculpara un momento, que estaba en el trabajo, y guardé el móvil, intentando mantener la cordura.
Cuando volví a casa, el móvil estaba lleno de mensajes. Pensé que estaba molesta por no haber seguido con el juego, sin embargo, cuando abro los mensajes, me encuentro con que me había enviado más videos, jugando con su juguete. Jugando conmigo, pues ella sabía lo que eso causaba en mí.
Más tarde, cuando nos llamamos, se reía como hizo la primera vez que se lo conté. Mi cara estaba roja y en la suya había una gran sonrisa.
—Nunca habría esperado causar todo eso en ti… pero me gusta —me dijo.
A mí también me gustaba sentir eso por ella.
0 Comments 25 septiembre, 2021