Lencería erótica para sorprender

Lencería erótica para sorprender

Ella le acariciaba la espalda, susurrándole cosas al oído, mientras la piel de él se erizaba. Aquellas palabras, apenas inteligibles, lo endurecían, mientras el tacto alrededor de su cuello lo hacía temblar. A través del espejo que se encontraba en frente de ellos, podía verla vestida con su lencería erótica, con sus manos alrededor del cuello, bajando hacia el pecho.

No era ella una mujer de usar lencería erótica; más bien era una mujer de estar desnuda cuando de los encuentros sexuales se trataba. Pero esa tela de encaje pegada a su piel hacía más obscena la escena, especialmente al mirarla desde el espejo, que hacía que todo pareciera una película pornográfica, donde un actor y una actriz, deseosos y dispuestos, hacen tiempo antes de darle al asunto.

Lencería erótica para sorprender

Era una de las tantas veces en que ella lo sorprendía. Ellos disfrutaban en hacerse sorpresas de vez en cuando, tanto de índole sexual como de otros aspectos. Y esa vez le había tocado a él ser receptor de la sorpresa.

Al entrar a la habitación, al notó sobre la cama, cubierta por una larga bata negra. También notó un espejo grande en una de las paredes, junto con una silla, que más que silla, parecía un trono.

Ella lo había convidado a sentarse. Luego, pasó frente a él y se deshizo de esa bata que la cubría por completo, mostrándose completamente vestida por una sensual lencería erótica. La tela pegada a su piel, a sus pechos, a sus piernas, le daba un aspecto erótico que excitaba los sentidos y las emociones de él, que enloquecido, quería abalanzarse sobre ella y hacerla suya.

Pero ella lo detuvo, previniendo, lo que él pensaba. Ella sabía que el deseo, cuanto más se cocina, más delicioso él, pero debe servirse en su punto justo. No se cocina poco, pues la preparación puede resultar cruda. Tampoco se cocina demasiado, porque se puede quemar.

Empezó masajeándolo, mientras ambos se miraban en el espejo.

Poco a poco, le fue quitando la ropa…

Viéndolo todo a través del espejo

El espejo ejercía un efecto erótico en toda la situación, en aquella habitación donde la temperatura estaba aumentando. Él veía como ella lo iba desnudando, y como se inclinó frente a él, mostrándole el culo al espejo, es decir, a él. Inclinada, dejando ver su coño, y su culo, cubiertos solo por una delgada línea negra, las bragas, ella empezó a chuparlo y encenderlo.

Más palabras sucias. Su pene late como un corazón con cada frase dicha de esa forma tan obscena.

Deja de chupar y se sube sobre él, dándole la espalda.

Sube y baja, viéndolo a los ojos a través del espejo, sintiendo como entra y sale de su coño húmedo y abierto como una fruta madura que hierve de jugo.

Luego se levanta y se coloca frente a él, besándolo en los labios, en el cuello. Él entonces ve su pene entrando y saliendo de su coño, su culo redondo.

Apenas alcanza a decir «creo que me voy a correr». Entonces ella lo saca y lo masturba, hasta que su semilla se deposita toda en su culo. Pero sigue erecto y ella lo sigue sosteniendo como un tesoro preciado del cual no se quiere deshacer. Luego se lo vuelve a meter dentro y sigue de arriba a abajo, mientras él vibra en espasmos, cercano a tener otro orgasmo.

Oh, qué agradables son las sorpresas a veces.