Encuentro en el mercado
El reloj comenzó a sonar con la alarma que indicaban las 10 am, como cada día. Aquella mañana Eliza debía acudir al supermercado para abastecerse de alimentos, pues su nevera estaba completamente vacía ya que había postergado la visita a ese lugar por temor a contagiarse de aquel virus que estaba enfermando a todos en el país.
El pitido insistente de la alarma la hizo rechinar los dientes y apagar de un manotazo el aparato, para luego emitir un bostezo grande y prolongado que la hizo lagrimear abundantemente. Al levantarse, fue directamente a la ducha y luego comenzó a preparar el desayuno con lo que quedaba en su despensa, dos tostadas y un poco de mantequilla.
Cambios las pantuflas por unos zapatos cómodos para salir y tomó un par de bolsas ecológicas. Eliza se mantuvo en la larga fila para acceder al supermercado por al menos una hora, tiempo en el cual comenzó a hablar con el chico que estaba delante de ella. Era alto y con la piel tostada, por su acento era obviamente latino, aunque no estaba segura de qué país específicamente. Pero tenía una sonrisa dulce que le calentaba la sangre a Eliza y por ello de una simple conversación comenzaron un flirteo discreto, a su alrededor las personas los ignoraban, concentrado en el estrés diario de obtener alimentos rápidamente.
Para cuando entraron al supermercado, el asunto ya había subido de nivel entre Eliza y aquel latino, quienes se mantuvieron cerca riendo y hablando, hasta que notaron que uno de los baños estaba abierto. Por un momento se miraron a los ojos en silencio, aun sin la idea formada totalmente.
¿Quieres…? — El chico no alcanzó a preguntar, pues Eliza ya estaba haciéndole señas para que entrara en el baño con ella.
Cerraron la puerta rápidamente y comenzaron a besarse con ganas, era algo que Eliza nunca había hecho en su vida, pero en ese momento, cuando el mundo parecía a punto de acabarse, se sentía totalmente dispuesta a hacer locuras en los lugares menos pensados.
La mano de él se deslizo dentro de la camisa de ella y comenzó a trazar círculos alrededor del pezón izquierdo, enviando impulsos nerviosos por el cuerpo de Eliza. Con impaciencia las manos se hicieron camino a través de la ropa y el pantalón de ella quedó en sus rodillas, dejando el sexo descubierto y hambriento por aquella polla caliente.
—¿Tienes preservativo? —preguntó Eliza con la voz ronca por el deseo.
El sonido de un plástico siendo rasgado respondió la pregunta de ella y en menos de un minuto sintió como si cuerpo se expandía para dar paso a la enorme erección que chocaba contra sus pliegues húmedos. Con un impulso de las caderas, Eliza quedó totalmente llena de él, emitiendo un bajo gemido desinhibido. El chico cubrió la boca de ella con su mano y se centró en empujar una y otra vez, la fricción empujó a Eliza en un orgasmo como nunca antes había tenido y ahogó el quejido agudo en las manos cálidas de su amante latino. Con un par de golpes él también alcanzó el orgasmo.
Se quedaron juntos un par de segundos, recuperando el aliento, luego se arreglaron las ropas y salieron de forma despreocupadas al supermercado nuevamente.
—Vuelvo en 3 días a la misma hora, para comprar algunas cosas —Comentó él antes de pasar a la caja registradora.
—Ya nos veremos —respondió Eliza mientras esperaba pacientemente para pagar.
Fin
0 Comments 16 abril, 2020