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La felatio del recuerdo
26 ago

La felatio del recuerdo  

Dar un oral no es para todo el mundo, incluso recibirlo no es algo que todas las personas hagan bien.

Intentaría hablar del magistral arte de comerse un coño hasta hacerle llegar al tan deseado orgasmo, pero la verdad es muy poco lo he hecho, tan poco que no se siquiera si me gusta. Pero cuando nos referimos al arte de comerse una polla y hacerla erupcionar como un volcán, entonces puedo hablar con propiedad.

No sé cuándo comenzó mi gusto por ello; quizás me quitaron el pecho antes de tiempo, generándome mi primera gran frustración; quizás me chupaba mucho el dedo de pequeña, y Dios sabe que aún me gusta chupar dedos; incluso, mi gusto por chupar puede provenir de las golosinas que me gustaba tener en mi boca hasta que se deshacían por completo. Pero, de cualquier forma, tengo el gusto.

Recuerdo las primeras veces que lo hice, en la universidad, a un chico que se corría muy rápido y que no lo disfrutaba —como dije, como no es para todo el mundo darlo, tampoco es para todo el mundo recibirlo—, pero aquellos intentos primerizos me sirvieron para darme cuenta de todo lo que me gustaba.

No iba a practicar con ese chico, puesto que nunca llegaría a nada, pero me hice con un buen dildo, lo suficientemente grande y grueso como para preparar mi boca para alguien bien dotado, tal y como yo los deseaba.

Y es que la sensación de tener la boca completamente llena del sexo de alguien, casi insertándote en tu garganta, casi como si te lo estuvieras comiendo, me genera una excitación que no puedo explicar. A veces incluso prefiero chupar y tocarme yo misma a ser penetrada. Por lo tanto, como os podéis imaginar, tuve momento álgidos y deliciosos con ese dildo.

Hay un oral que recuerdo especialmente. Se trataba de un chico que me gustaba, pero no había pasado a mayores. Sin embargo, un maravilloso día, terminamos enrollándonos en su piso.

Hay pocas cosas que se recuerdan con tanto gusto como esos momentos en que un hombre que te gusta saca, desde el fondo de su ropa, un espécimen grande, grueso y muy muy bien formado. Hay muchas veces en que eso no sucede —dándose el caso de que incluso te hayan engañado, prometiéndote algo distinto—, pero aquella vez, fue una buena sorpresa y yo me dije que lo iba a llevar al cielo.

Él se acostó, y yo comencé besando su boca —mis labios y sus labios hinchados—, pasé por su cuello, por su mentón y luego bajé a su pecho. Más que besarlo, lo acaricié, bajando rápidamente hacia mi objetivo, que erecto y duro, se distinguía claramente de su cuerpo.

Humedecí mis labios todo lo que pude y rodeé la punta con ellos, los moví un poco y entonces, lentamente, comencé a engullir. Mi boca se hacía agua, y podía sentir como lo cubría por completo de mi saliva, haciendo que introducirlo en su totalidad fuera más sencillo. Así bajé y bajé hasta que casi casi me lo trago entero. Volví al principio, lentamente, y luego lo engullí de nuevo, con un poco más de velocidad.

Entonces lo saqué y con mi mano comencé a frotarlo, siempre firme. Y mientras lo frotaba, con buen pulso, en el tronco, acerqué mi boca a la punta, y con mi lengua llena de saliva, lo lamía como una golosina.

Su cuerpo se retorcía, su miembro de a momentos se ponía duro como una piedra y de a momentos parecía a punto de explotar mientras de su boca eran emitidos sendos gruñidos. Yo seguí haciéndolo, tal y como había practica durante tanto tiempo, disfrutando cada segundo, cada vez que lo engullía, que lo lamía, que lo frotaba, disfrutando al máximo. Y entonces, lo sentí latir como un corazón. Latir tan fuerte que parecía a punto de reventarse.

Venía, venía, no podía detenerme. Comencé a frotar con más fuerza, abriendo mi boca, esperando lo que me pertenecía, y entonces, casi como un milagro, salió, blanco y espeso, con la fuerza de una manguera hasta mi boca. Y aquel sabor, salado y delicioso, lleno de su sexo y de su placer, me sumieron en tal éxtasis que me acosté a su lado, cansada, igual que él. Mi boca estaba hinchada y coño húmedo, listo para seguir, tal y como hicimos…

 

El fin.

0 Comments 26 agosto, 2020

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