Un invitado a la cama
La mañana de nuestro aniversario, mi esposo había salido temprano con la excusa de terminar pronto el trabajo y volver a casa antes del anochecer. Pasé gran parte del día poniéndome linda y preparando la increíble cena que lo haría desfallecer de gusto. Había leído en algún blog que los mariscos eran afrodisiacos, así que preparé una espesa sopa, con la idea de tener una noche de sexo salvaje, justo la había terminado de hacer, cuando tocaron a mi puerta.
Al abrir, me encontré con un repartidor que tenía un paquete muy discreto en sus manos, la caja no dejaba ver lo que contenía ni de dónde venía. Cuando volví al interior de la casa, noté que dentro había una dedicatoria muy romántica de mi esposo en una tarjeta roja, junto a la caja que contenía un pequeño y compacto vibrador negro, muy elegante con detalles en dorado.
Mi reacción inmediata había sido la de ponerme muy cachonda al ver el pequeño juguete. En todos los años de matrimonio que teníamos, nunca antes habías intentado nada tan atrevido como usar juguetes sexuales, pero la idea de aquel aditivo me calentaba mucho, sobre todo ese día tan especial.
Quise estrenarlo inmediatamente en mi cama, así que me desnudé rápidamente echándome en el centro de cama y cerrando los ojos para disfrutar. Las vibraciones tenían diferentes velocidades y enviaban escalofríos por toda mi piel mientras arrastraba el hermoso juguete por mi cuello y mis pechos hinchados de deseo. Sentía el vientre tensarse con la antelación y el deseo mientras baja poco a poco hasta mi centro. Tan concentrada estaba en las sensaciones, que no escuché los pasos que se acercaban a la habitación.
El primer contacto de aquel juguete con mi clítoris me hizo emitir un ligero chillido. Sentía la lubricación chorrear de mi entrada hacía mi trasero y supuse que mojaría la colcha color café. Las vibraciones continuas me pusieron directamente en el camino hacia un orgasmo. Brevemente pensé en que me gustaría correrme alrededor de la polla de mi esposo, justo antes de sentir una mano tomar mi tobillo. Abrí los ojos asustada, encontrándome con la mirada llena de deseo de mi esposo, quien se había sacado la ropa en la puerta.
Me besó con deseo desenfrenado mientras el vibrador seguía haciendo su trabajo en mi clítoris. Una mano tomó mi cadera y otra abrió más mis piernas. La polla que me embistió estaba dura y caliente, haciéndome gemir en la boca de mi esposo.
Bastaron un par de empujes para correrme duramente alrededor de aquella maravillosa polla. Mi esposo se detuvo unos segundos permitiéndose sentir mis espasmos, luego comenzó a empujar con más fuerza, buscando su propia liberación, follando mi orgasmo. Se corrió un minuto después y se quedó tendido sobre mi cuerpo, respirando pesadamente mientras intentaba decirme algo.
—¿Qué quieres decir, cariño? — pregunté jadeando un poco.
—¿Te gustó tu regalo de aniversario? — fue la pregunta.
Vaya que me había gustado tener un invitando a la cama en aquel día especial, seguramente se uniría a nosotros muy seguido en el futuro.
0 Comments 19 agosto, 2020