Una desescalada caliente
Para Ramón, la cuarentena había sido casi eterna. Había cumplido de la mejor forma posible con todo el asunto de quedarse en casa, pero ahora que comenzaba la desescalada y tenía un poco más de libertad para salir de casa, se sentía desesperado. Antes de la cuarentena, había comenzado una relación con Sara, una chica que conoció en un bar, desde ese último polvo en febrero, había olvidado lo que era comerse un coño.
Por eso, la tarde de ese miércoles, se vistió rápidamente y condujo hasta casa de Sara. Mientras subía en el ascensor, sintió la polla presionarle la bragueta. Se estaba muriendo por follarse a su chica.
Tocó dos veces y esperó, ella abrió rápidamente llevando únicamente una braga de encaje rosado.
—Joder —dijo Ramón empujándola dentro.
Sin decir otra palabra, Ramón empujó a Sara dentro del departamento y cerró la puerta. Ambos comenzaron a besarse con hambre, dispuestos a saciar la necesidad de sentirse uno solo con otra persona más. Ansiosos por saborear el placer que encontrarían en el sexo del otro.
Ramón solo encontró fuerzas para bajar un poco sus pantalones junto a la ropa interior, antes de apartar hacia un lado las bragas de Sara y entrar en su sexo húmedo.
—Estas mojadísima —dijo Ramón sin aliento.
—Me pillaste en medio de un trabajito —respondió ella sin aliento.
Con ímpetu, Ramón comenzó a empujar en el sexo de Sara, escuchando el sonido húmedo del choque de ambos cuerpos. Sintiendo su polla deslizándose entre los labios apretados de Sara, estimulándolo hasta llevarlo al borde. Se corrió con un par de empujones. Cuando recuperó el aliento, salió de Sara y se arrodilló frente el coño chorreante, comenzando a chupar el clítoris hinchado.
Chupó y lamió, sintiendo el pequeño brote hincharse y endurecerse aún más, mientras Sara se aferraba a los hombros de Ramón en un intento por mantener el equilibrio mientras se corría con fuerza. El orgasmo fue devastador para Sara, quien quedó un poco desorientada contra la pared de la entrada.
Ramón, quien se había excitado nuevamente al comerse el sexo de Sara, aprovechó la oportunidad para llevarla a la habitación e inclinarla sobre la cama. Desde esa posición entró completamente en ella, sintiéndola aún más mojada, debido a todos los fluidos que se acumulaban en su sexo.
La follo en perrito, excitándose aún más con el sonido húmedo de ambos cuerpos colisionando una y otra vez, unidos a los gemidos de ella que se habían convertido en gritos. Increíblemente, el sexo de ella comenzó a convulsionarse alrededor de la polla de él, en un nuevo y rápido orgasmo que la estaba sin aliento. Entonces Ramón empujó con fuerzas, echando la cabeza hacía atrás y dejándose ir.
—Eso fue increíble —susurró Sara cuando consiguió enderezarse un poco.
—Estaba muy caliente, esta cuarentena ha sido muy larga —respondió Ramón.
—Estoy de acuerdo… ¿Me fumo un cigarrillo y vamos por la tercera ronda? —preguntó ella acercándose a la mesa de noche.
—Hecho —dijo Ramón, sabiendo que esa noche dormiría un poco, recuperando los polvos que se perdió en la cuarentena.
0 Comments 18 junio, 2020