Un dildo grande debajo del agua
«Qué mojada estás» suena en sus orejas. Él no está ahí con ella, pero sus palabras resuenan, casi como si la estuviera palpando ahí abajo, cómo suele hacer. Pero no está. Acostada en la bañera, entre el agua caliente y el vapor encerrado en el cuarto de baño, ella se dice lo mismo: «Qué mojada estás». De agua y de lubricación. Toma el dildo grande y se acaricia con él, pasándolo con todo su cuerpo.
A veces hacía lo mismo con él. Comienza a chuparlo, introduciéndolo en su boca, sintiéndolo duro, pero echando en falta el sabor a carne…
Qué mojada estás…
Mientras ella está acostada en la tina, él se inclina cerca de ella. La mujer toma el pene en sus manos, acariciándolo, palpándolo suavemente, como sien e se momento el más mínimo ápice de violencia lo fuera a lastimar. Como si se tratara de algo muy precioso, un paquete que aún no se puede abrir, y con el que hay que tener el más grande cuidado.
Lo introduce en su boca, lo chupa un poco y luego lo saca. Lo lame y lo llena de saliva, humedeciéndolo. Él se inclina cerca de ella, y la palpa. Palpa su cuello, palpa sus dos grandes pechos erizados.
—Qué mojada estás —dice.
Ella no deja de chuparlo, pero se le hace difícil concentrarse mientras él la está tocando. Quiere hacer que él se desconcentre también. es imposible. Es ella quien se está atragantando, quién tiene la boca llena.
Los dedos se deslizan por su monte de venus, hasta llegar al clítoris, donde se detiene unos instantes, frotando y acariciando. Un escalofrío recorre el cuerpo de la mujer.
Entonces un dedo, grueso, largo y recto entra lentamente en ella.
—Qué mojada estás —repite mientras sus dedos entran y salen…
Un dildo grande debajo del agua
Mientras chupa el dildo, se toca el clítoris, pensando que son las manos de él. Las que, aunque son ásperas, y a veces son muy bruscas, saben donde tocarla para hacerla estremecerse por completo. Pero a ella le gusta estar llena en la boca y en su coño. Así que introduce un par de dedos, mientras se introduce el dildo hasta la garganta, hasta que siente que se va a avomita.er
Qué placer que siente follándose a sí misma con sus dedos, mientras imagina que es el pene de aquel hombre el que tiene en la boca. Escogió aquel juguete con el propósito de no olvidarlo. Si fuese por un orgasmo, con un vibrador le bastaba. No. Aquello tenía otra razón de ser. Algo más sentimental, quizás…
Mojados, sobre la cama, ambos dibujan una L. mientras ella está acostada, él la toma por las caderas y la atrae hacia si, entrando entero, clavándola y clavándola como un martillo a un clavo. Ella gime y le dije:
—Qué mojada estoy…
—Qué mojada estoy —repite mientras el dildo entra y sale, haciendo sonidos de chapoteo en el agua. Lo siente golpear muy hondo, como él. Si se concentra lo suficiente, casi puede sentirlo a punto de correrse.
Ahí, en esa bañera llena, en el cuarto de baño lleno de vapor, ella puede correrse alrededor de él, sin hacerlo, pero recordándolo como hay que recordar un encuentro sexual tan delicioso.
0 Comments 8 octubre, 2022