El buen chico malo (Relato Gay)
Soy un chico sencillo, me gustan cosas simples: el café y las pollas.
Mi café favorito se llama Amelie, su decoración inspirada en la película francesa resulta elegante y reconfortante a la vez, además hacen un café estupendo. Esta ubicado en una zona poco concurrida, así que generalmente no está muy lleno, por lo que es perfecto para sentarme a beber algo caliente mientras escucho música, justo como estoy haciendo hoy.
Sin embargo, apenas entra él mi momento de calma desaparece y mis ojos se fijan en sus jeans negros ajustados, en sus brazos llenos de tatuajes, es el tipo de chico malo de los que claramente debo alejarme, todo en él grita que es un problema, pero no puedo dejar de mirarlo mientras ordena su café en la caja, lo espera de pie y al recibirlo camina hacia la salida. Pero no se dirige a la salida, me doy cuenta de eso cuando gira bruscamente para detenerse en mi mesa y dejar su bebida humeante antes de sentarse.
-¿Vendrás conmigo al terminar tu café? -pregunta él tranquilo rascando su barba incipiente.
-Si -respondo con total naturalidad y comienzo a enrollar los audífonos para guardarlos.
Él toma un trago corto de su bebida estudiando mis movimientos. Me siento extraño mientras me pongo en pie y dejo que me guie fuera del local, porque no sé a donde vamos ni sé si me va a pasar algo malo, pero quiero ir con él. El camino es corto hasta un edificio de apartamentos cercano, mi mente me dice que debería estar asustado pero mi cuerpo hormiguea y siento una erección en mis pantalones lo suficientemente dolorosa para querer apretarla en busca de alivio.
Él abre la puerta de su apartamento y ni siquiera tengo tiempo de ojear el interior antes de ser empujado contra una pared. Su boca encuentra la mía y me besa con un hambre que nunca había conocido, siento que esta follando mi boca, dominándola. Sus manos fuertes encuentran mi erección sobre la ropa para darle un apretón energético que me hace retorcerme antes de ser empujado de rodillas.
-¿Chuparas mi polla? -pregunta con la voz ronca y los labios hinchados.
-Si – contesto abriendo su pantalón con dedos apresurados, apenas libero su hermosa polla comienzo a comerla con deseo. Cada tirón de mi boca me hace sentir placer y me siento al borde de correrme cuando su mano grande me acaricia suavemente el cabello, casi felicitándome con mi trabajo duro.
-¿Dejarás que folle tu culo? -pregunta él tirando de mi cabeza lejos de su polla que pueda responder.
-Si – digo, porque no hay nada que desee más.
Desaparece en un pasillo y lo escucho rebuscar algo, aprovecho para sacarme la ropa rápidamente frente a su sillón. Pronto regresa y me hace arrodillarme en el asiento frente a mi para tomar las mejillas de mi culo y abrirlo. Un liquido frio cae sobre mi entrada y su dedo firme comienza a abrirse paso, dilatandome con paciencia, para cuando se pone por fin el condón estoy gimiendo alto.
De un empujón entra en mi, comenzado sus embestidas profundas, haciendo que mis ojos rueden detrás de mis parpados. Me folla a consciencia tomando mis caderas para hacerlo más profundo. Me folla con tanta ímpetu que me corro sobre el tapiz de su sillón sin haber tocado mi polla. Él toma el placer de mi también y se corre con fuerza dentro del latex haciéndome sentir escalofrió.
Al terminar me ayuda a vestirme y me prepara una taza de café para compensar la que abandoné en la mesa del café.
Desde ese día sigo siendo un chico sencillo que gusta de cosas simples: el café y la polla de él, el buen chico malo.
Fin
0 Comments 5 enero, 2022